Nadie debería alegrarse de un rechazo tan amplio, puesto que la confianza en las instituciones es la mejor garantía de preservar y perfeccionar nuestra democracia.
Una encuesta realizada la semana pasada por el Instituto de Estudios Peruanosconfirma los elevados índices de insatisfacción tanto frente al Congreso, 90%, como frente a la presidenta Dina Boluarte, 79%. Nadie debería alegrarse de un rechazo tan amplio, puesto que la confianza en las instituciones es la mejor garantía de preservar y perfeccionar nuestra democracia. La encuesta publicada en La República muestra que 72% de los interrogados considera que hay desprotección del derecho a la protesta y 69% de la libertad de expresión. También es elevada la cifra de los que creen que hubo excesos por parte de las fuerzas del orden, 71% y 81% contesta que hubo violación a los derechos humanos. Al mismo tiempo, 55% considera que hubo violencia y vandalismo practicado por una “minoría” de los que protestaban. El resultado de esas opiniones es que 82% de los encuestados espera que hayan elecciones antes del 2026. Por su parte el politólogo Alberto Vergara declara en El Comercio que el gobierno de Dina Boluarte “está legando un rencor vivo en el Sur”. Vergara ubica el malestar peruano en el contexto de lo que viene sucediendo en la mayor parte de los países de la región y concluye que las encuestas evidencian que “la gente desconfía de los sistemas institucionales de sus países”. Lo que se expresa en el voto sanción contra las autoridades salientes y en “la emergencia de outsiders que representan un ánimo de desagrado y a veces de furia”. De ahí también el agravamiento de “la polarización, que por definición vacía el centro”. Aun cuando “los valores de los electores sigan siendo moderados, la polarización los obliga finalmente a inclinarse a un lado”. Como en todo momento de crisis, la solución consiste en tener objetivos razonables y disponer de los medios para alcanzarlos. Lo que supone menos retórica y más eficiencia en la gestión pública.
