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Los servicios de inteligencia rusos, estadounidenses y europeos compiten en Armenia por la influencia regional – OpEd


Armenia, que en el pasado se consideraba el bastión de Rusia en el Cáucaso meridional, se encuentra ahora en el epicentro de un tira y afloja geopolítico y de inteligencia que involucra a Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea. Con los acontecimientos recientes, incluida la retirada de los guardias fronterizos rusos del aeropuerto Zvartnots de Ereván, el país se ha convertido en un semillero de actividades de inteligencia extranjeras, mientras que su propio aparato de inteligencia parece marginado o atrapado en el fuego cruzado.

El cambio de Armenia de Rusia a Occidente

El panorama geopolítico de Armenia ha estado cambiando, especialmente desde 2018, cuando el primer ministro Nikol Pashinyan comenzó a distanciar a su país del control de Rusia. Durante más de tres décadas, las fuerzas rusas habían controlado las fronteras de Armenia, incluidos puntos clave como el aeropuerto de Zvartnots. Sin embargo, la reciente retirada de los guardias fronterizos rusos después de 32 años marca un cambio significativo en la política exterior de Armenia, que la alinea más estrechamente con las potencias occidentales.

El gobierno de Pashinyan ha sido decidido en sus esfuerzos por reducir la influencia de Moscú. Este cambio no es sólo simbólico sino también práctico, ya que la nueva alineación de Armenia con Occidente ha abierto la puerta a un aumento de las actividades de inteligencia extranjera dentro de sus fronteras. La retirada de las fuerzas rusas de Zvartnots es sólo el comienzo de una transición más amplia que tiene profundas implicaciones para la seguridad nacional de Armenia.

El tablero de ajedrez de la inteligencia: Armenia en el centro

A medida que Armenia se aleja de Rusia, el vacío dejado atrás está siendo llenado rápidamente por las agencias de inteligencia occidentales, en particular de los Estados Unidos, la Unión Europea y Francia. Estas agencias están ansiosas por reunir información sobre la dinámica regional, especialmente en relación con las actividades de Irán en el Cáucaso Sur y más allá. En este contexto, Armenia se ha convertido involuntariamente en un puesto avanzado de las potencias occidentales, que ahora están profundamente arraigadas en el país.

Sin embargo, Rusia no está dispuesta a renunciar a su influencia sobre Armenia sin luchar. A pesar de la retirada de sus guardias fronterizos, las agencias de inteligencia de Moscú siguen activas dentro del país. Los servicios especiales rusos han establecido bases sólidas en toda Armenia, lo que les permite seguir vigilando las actividades occidentales. Esto ha creado el escenario para una batalla clandestina entre los servicios de inteligencia rusos y occidentales, con Armenia atrapada en el medio.

El propio aparato de inteligencia de Armenia parece estar desempeñando un papel dudoso en este complejo escenario. Muchos oficiales de inteligencia armenios son productos de la escuela rusa de inteligencia, lo que plantea interrogantes sobre sus lealtades. ¿Siguen alineados con Moscú o han cambiado su lealtad hacia Occidente? ¿O tal vez están tratando de navegar por un camino peligroso entre los dos?

Los informes sugieren que el gobierno de Pashinyan ha dado instrucciones estrictas al Servicio de Seguridad Armenio para que se mantenga al margen de las operaciones de inteligencia occidentales en el país. De ser cierto, esto indicaría una aceptación tácita por parte de Ereván de la guerra de inteligencia que se libra en su territorio, donde la propia inteligencia de Armenia desempeña poco o ningún papel. Esta situación sería impensable en cualquier otro estado soberano, pero la precaria posición de Armenia la ha arrinconado en un rincón donde debe limitarse a observar en lugar de actuar.

El giro de Armenia hacia Occidente y la creciente presencia de agencias de inteligencia occidentales en el país no están exentos de riesgos. Occidente, en particular los Estados Unidos y la Unión Europea, está presionando a Armenia para que corte sus vínculos con Rusia. Esta exigencia de un alineamiento claro deja a Ereván con poco margen de maniobra. El gobierno de Pashinyan se ve obligado a implementar estas demandas rápidamente, sin posibilidad de dar marcha atrás.

Sin embargo, la estrategia de Occidente con respecto a Armenia parece más bien utilizar al país como peón contra Rusia que apoyar genuinamente su soberanía. Las potencias occidentales son muy conscientes de que separar completamente a Armenia de la influencia de Rusia es una tarea casi imposible, al menos en el futuro previsible. En cambio, parecen contentarse con utilizar a Armenia como herramienta geopolítica en su conflicto más amplio con Moscú.

Los peligros de abandonar a Rusia

La dependencia de Armenia de Rusia abarca todos los sectores, desde el militar hasta el económico. Moscú conserva la capacidad de paralizar la economía de Armenia rápidamente a través de diversos medios, incluidas maniobras económicas y comerciales. El Kremlin tiene las palancas que podrían desencadenar una crisis interna en Armenia en cualquier momento, y estos factores pueden emplearse siempre que Moscú lo considere necesario.

A pesar de los peligros, el gobierno de Pashinyan sigue distanciando a Armenia de Rusia en favor de vínculos más estrechos con Occidente. Esta estrategia está llena de peligros, ya que corre el riesgo de aislar a Armenia de su protector tradicional sin asegurar una alternativa garantizada. La retirada de los guardias fronterizos rusos del aeropuerto de Zvartnots fue recibida con satisfacción en las capitales occidentales, pero también significa que Rusia ha perdido un canal crucial para reunir información de inteligencia sobre las actividades occidentales en Armenia.

Con la retirada de las fuerzas rusas de puntos estratégicos como Zvartnots, las agencias de inteligencia occidentales tienen ahora más libertad para operar en Armenia sin la supervisión rusa. Sin embargo, es probable que esta nueva libertad aumente las tensiones entre los servicios de inteligencia extranjeros. Los informes sugieren que el conflicto entre las agencias de inteligencia rusas y occidentales ya ha comenzado a calentarse en Armenia. La situación es tan volátil que podría estallar una guerra de inteligencia en toda regla en suelo armenio.

Armenia, incapaz de intervenir, tendrá que observar este conflicto desde la barrera. El gobierno de Pashinyan, limitado por sus compromisos con Occidente, no puede permitirse el lujo de interrumpir las actividades de la inteligencia occidental, incluso si quisiera hacerlo. Como resultado, Armenia corre el riesgo de convertirse en un campo de batalla para las potencias extranjeras, con poco control sobre su propio destino.

La presencia de agencias de inteligencia extranjeras que compiten en Armenia podría conducir a una importante inestabilidad interna. El delicado equilibrio que el gobierno de Pashinyan está tratando de mantener entre distanciar a Armenia de Rusia y apaciguar a Occidente puede derrumbarse pronto bajo el peso de estas presiones externas. A medida que se intensifique la guerra de inteligencia, Armenia podría caer en el caos y su soberanía podría verse aún más erosionada por las mismas potencias con las que intenta alinearse.

En conclusión, el cambio geopolítico de Armenia, que ha pasado de Rusia a Occidente, la ha convertido en un campo de batalla para los servicios de inteligencia extranjeros. La retirada de los guardias fronterizos rusos del aeropuerto de Zvartnots es un cambio simbólico y práctico que ha abierto la puerta a una nueva fase de operaciones de inteligencia en el país. Sin embargo, los propios servicios de inteligencia de Armenia están marginados o comprometidos, lo que deja al país vulnerable a la manipulación externa. A medida que se desarrolle la situación, Armenia puede encontrarse a merced de las potencias extranjeras, con poca capacidad de decisión para determinar su propio futuro.

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